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Gato Pícaro

Princesa, dónde estas?

Princesa, dónde estas? (Para Psique)

Princesa, ¿dónde estás? Te he estado buscando en todos los cuentos que he pasado.

Primero fui a un lugar con siete hombrecillos que custodiaban el cuerpo de una mujer. Intenté acercarme pero me impidieron el paso. —¡Dejadme verla!— dije y mostré mis credenciales. Se rieron de mí y seguían impidiéndome el paso. Me mantuve recto aún ante las burlas y volví a ordenar que me dejaran pasar. Después de mucho discutir con un tipo gruñón, éste dio la orden para que viera a la princesa; aquella estaba en una cajita de cristal y llevaba una manzana en la mano. Desilusionado vi que no tenía alas y pregunté su nombre. –Se llama Blanca Nieves- dijeron los hombrecillos.

Era una señorita, efectivamente, de piel tan blanca como la nieve. Parecía como si estuviera muerta pero a su vez esperando ser despertada. En ese estado de completa ternura no pude contener los deseos de besarla y así lo hice.

Para sorpresa de todos, la princesa despertó y me dio las gracias. Inmediatamente habló de boda, de hijos, de casa y de otras tantas cosas que no quise enterarme porque tome mi caballo y salí a todo galope.

Partí a otras letras y me detuve junto a las afueras de un castillo donde se hallaba un hombre sentado en unas escaleras, llorando. —¿Qué sucede, buen señor?— dije para saber como ayudarlo. Él únicamente alzó su rostro para mirarme de arriba abajo y lanzó una mirada con desdén.

—Vasallo, he aquí una zapatilla que ha olvidado la mujer de la que estoy enamorado y no sé dónde encontrarla— dijo, al momento que alzaba una zapatilla fabricada con el cristal más fino concebido en el mundo.

—Yo puedo encontrarla, — respondí al aristócrata —pero debo llevarme la zapatilla para comprobar que a la mujer que le quede sea una princesa, porque sólo una de ellas es digna de usted, mi señor—

—Un tunante como tú se daría a la fuga con una exquisitez como ésta— refiriéndose a la zapatilla —sin embargo, ordenaré que uno de mis guardias te acompañe y, de encontrar a la joven, serás recompensado—

—Agradezco su nobleza, seguro encontraré a la princesa— dije y me tomé el camino al pueblo junto con el guardia.

La verdad esperaba que la señorita en cuestión fueses tú, por lo que supuse que te encontraría en la plaza oyendo a los músicos, así como te gusta.

Llegué a la población pero no te divisé por la gran cantidad de gente que iba y venía. Se me ocurrió la idea de llamarte y procedí de la siguiente manera:

—Señoritas— levanté mi voz parado en un cajón de naranjas— quien quiera que sea la dueña de esta zapatilla será recompensada por el príncipe, sin embargo, ésta deberá quedarle a la perfección para comprobar su propiedad— y al momento de pronunciar lo anterior se acercaron cientos de jóvenes mujeres hacia mí. Una a una fue calzándose la zapatilla pero ninguna de ellas eras tú; me disponía a partir porque todas habían pasado, hasta que al final una bella doncella que llevaba una canasta con víveres se acercó y preguntó si podía probarse el objeto de cristal. Claro que sí, contesté. Al hacerlo, éste le quedó a la perfección y, triste por no encontrarte, la llevé con el príncipe y ella se emocionó de volver a verlo. Yo recibí mi recompensa en oro y me fui en vísperas de la boda planeada.

Cansado de pasar por tantas páginas, me destiné al mar para tomar unas vacaciones de mi búsqueda. Antes de llegar al mismo, me topé con una multitud de guerreros que tenían custodiada una ciudad amurallada.

—El señor sea con usted— pronuncié a uno de ellos —¿Qué es lo que sucede aquí?—.

—Sostenemos una guerra con los troyanos a causa del rapto de la hermosísima esposa de Menealo, nuestro rey, por parte del infame Paris—.

Supuse que ya te había encontrado. ¡En qué problema se metió!, pensé. El inconveniente ahora era rescatarte y aconsejé a uno de los hombres, llamado Ulises, que entraran a la ciudad bajo algún engaño.

—Sí, y ¿qué se te ocurre?— contestó con burla —Porque supongo que con esa facha no has de tener buenas ideas—

—No lo sé, hagan un regalo gigante con madera y entréguenselo a los troyanos, en él introduce a tus mejores hombres y cuando menos se lo esperen salen para emboscarlos— comenté con emoción.

—Pues...— dijo él —¿qué te parece un caballo gigante con ruedas en la plataforma?— y sin esperar a que yo replicara algo, ordenó la construcción del artilugio y, ya terminado, se ofreció como dádiva al enemigo.

Todo sucedió como lo planeé y la batalla culminó con el triunfo de mi bando; claro, no eras tu la princesa en cuestión; nadie me dio el crédito, resulta que la princesa se llama Helena y también sucede que llevaban diez años en conflicto. Todo por no preguntar antes. Ni modo, qué se le va a hacer.

De nueva cuenta monté mi caballo y troté hacia el mar. Estando allí me encontré con una princesa que es sirena, pero a esta no le pregunté nada porque se alejó de mí con descortesía, yo creo que fue porque en vez de alas de mariposa tenía cola de pez.

Compré unas bermudas, una camisa y sandalias y, además, un libro para sentarme debajo de una palmera. Abrí el libro y me encontré con una princesa que durmió mal a causa de un guisante que se encontraba debajo de sus cuarenta colchones y, al leer esta parte, grité:

—¡Ahora sí te encontré!— y volví a la montura de mi potro y partí a tierras lejanas para localizarte. Creo que esa debes ser tú porque únicamente una princesa de tu estirpe puede sentir un guisante en su espalda como si fuera una gran piedra, reflexioné.

Llevo varios días de una palabra a otra, de una frase corta a una larga, de un cuento a una novela y de un texto al siguiente libro. Nada. Aún no te encuentro y no soy muy bien recibido en todos lados por mi apariencia picaresca. No sé si nos veremos algún día, pero estoy seguro de que la esperanza y las historias de princesas mueren al último.

Princesa, ¿dónde estás? Te he estado buscando en todos los cuentos que he pasado y repasado.

Espero hallarte pronto.

Gato Pícaro
Imágen tomada de Mujer mariposa

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2 comentarios

COQUETA -

QUE BONITO!!! REALMENTE ESTÁ MUY PADRE ESTE CUENTO, PERO AÚN TENGO LA DUDA ¿COMO QUE NO HAS ENCONTRADO A TU PRINCESA? ENTONCES ¿DONDE QUEDO YO? ME PARECE QUE ESTÁS EN UN GRAVE ERROR

La princesa con alas de mariposa -

Creo que es uno de los cuentos más imngeniosos que jamás he leído, es hermosos, tierno, divertido, didáctico, en fin tiene todo lo que yo esperaría de un buen cuento y más. Muchas felicidades y sigue escribiendo que definitivamente es lo tuyo.